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Déjà vu


Me ha tomado unos días procesar los resultados de las elecciones en los Estados Unidos. Un estado de incredulidad y una mezcla de sentimientos bastante familiares me dominan. Desde que Trump apareció en el mapa político del país empecé a vivir con una sensación de déjà vu permanente. Escuchando a quienes lo apoyaban era como volver a la Venezuela de finales de los noventa con su necesidad de cambio, de acabar con el status quo y de abrirle las puertas al outsider que resolvería todos los problemas. Trump y Chávez no comparten la misma ideología política (aunque es cierto que siempre hubo mucha palabrería, pero nunca planes claros de cómo harían las cosas), pero las similitudes entre los dos personajes es de miedo. Para empezar, ambos vendieron la idea de que solo ellos podrían rescatar al país de la debacle en que se encontraba, con un discurso mesiánico y narcisista convencieron a la gente de que eran la única alternativa para un cambio, y la mayoría les creyó. Luego, la retórica empleada, esa manera de expresarse hostil, incendiaria, plena de insultos, provocadora, esa manera de hablar “sin pelos en la lengua” logró causar una fascinación en esas audiencias cansadas de lo “políticamente correcto”. Y nadie quedó a salvo del vilipendio. Ambos, figuras mediáticas, que criticaron hasta el cansancio a los medios de comunicación, se sirvieron de los mismos para poner su show. Son figuras construidas sobre una base de egocentrismo, vulgaridad y atrevimiento que hallaron terreno fértil en el descontento de muchos. Chávez fue triunfalmente electo, Trump desafiando toda cordura logró lo que ni siquiera él mismo pensaba y hoy ha conquistado el poder que coronará todas sus ambiciones. No se puede comparar a Venezuela con los Estados Unidos, pero por alguna razón la analogía no parece del todo descabellada. Si algo ya tienen en común es la profunda división que han creado en el país, labrada a fuerza de discordia e intolerancia. Ya sabemos a dónde llevó ese camino a Venezuela, que aún después de muerto Chávez, indetenible ha seguido su curso a la aniquilación. Venezuela nunca será Cuba decíamos. Estados Unidos nunca será Venezuela. Confiemos en que esta vez no estaremos equivocados.

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