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Resulta que el malo sí estaba muerto


La semana pasada comparaba lo que sucedía en Venezuela con una película de terror donde crees que el malo ya está muerto, pero siempre regresa para asestar un último golpe. Sin embargo, contra todo pronóstico resulta que esta vez sí, el malo de verdad estaba muerto. Lo que hace una semana era una esperanza ingenua se convirtió en una verdad rotunda. El triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias nos ha dejado pasmados, porque eran ya diecisiete años de pérdidas, de indignación y desconsuelo. Pero, como repiten por ahí, no hay mal que dure cien años… Yo he pasado por varios estados: shock, incredulidad, miedo a que aparecieran diciendo de pronto que no era cierto, que hubo un error, hasta la dulce asimilación que me ha dejado una sonrisa estampada en el rostro. Lo que viene no será fácil, es cierto, pero confiemos en que las lecciones hayan sido aprendidas y que la unidad se mantenga por el bien de todos. Esta victoria le ha costado sangre, sudor y lágrimas al pueblo venezolano, que se revolvía ya en agonía, pero resulta que los estertores que se escucharon el domingo no fueron los de las víctimas, sino los de aquellos a los que de pronto se les explotó la burbuja. Que Dios los agarre confesados. Yo, desde lejos celebro, por mi gente, porque se lo merecen, porque ya estaba bueno de tanta infamia. Está aclarando la mañana en Venezuela…

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